Los telecentros tienen un gran poder social que
debemos saber aprovechar, los jóvenes, los mayores, las mujeres, los hombres, los
discapacitados, los inmigrantes… Todos nos podemos beneficiar.
Jóvenes
El telecentro puede ser beneficioso para menores que
tienen pocas oportunidades de acceder a las NT o que aún haciéndolo, su
conocimiento se limita a un uso muy instrumental de las mismas. De igual modo,
y no menos importante, se puede promover entre los jóvenes una reflexión
crítica sobre la propia ciudad, el urbanismo, el uso que damos a los espacios
públicos y cómo son respetados tales espacios por quienes convivimos en el
municipio. Se trata, de combinar el aprendizaje tecnológico con el aprendizaje
cívico, de practicar el uso de los medios inserto en una actividad lúdica que a
la vez promueva una formación integral de los destinatarios.
Mujeres
Se les puede presentar
la tecnología no tanto como un fin en sí mismo, sino como un instrumento y un
medio que facilite el intercambio de conocimientos y experiencias con otras
asociaciones y mujeres. Algunas de esas experiencias , por ejemplo, pueden
estar relacionadas con trabajos manuales, de manera que el uso de las NT pueda
ser también una forma de entrar en contacto con otros temas de interés como por
ejemplo movimientos sociales liderados por mujeres, la salud, biografías de
mujeres relevantes, obras de arte elaboradas por mujeres, etc.
Inmigrantes
Hay que tener en cuenta que las
personas inmigrantes pertenecen a clases socioeconómicas de todo tipo y con
niveles culturales también diversos, lo que sin duda debe ser tenido en cuenta
a la hora de elaborar cualquier acción formativa (vaya a desarrollarse ésta en
el ámbito formal o no formal) que se dirija a esta población. En esta
circunstancia, el acceso al ocio, característico de las sociedades avanzadas,
es muy desigual, como desigual es el acceso a recursos como las NT
Discapacitados
La forma que adopta
la oferta educativa, de ocio, laboral, etc. que se brinda a las personas con
discapacidad muchas veces está sustentada en ideas antiguas, prejuicios y
estereotipos sobre los destinatarios que actúan como verdaderas barreras para
la participación social de quienes son los beneficiarios de dichos servicios.
Por todo ello, las personas con discapacidad (y mucho más aquellas con una
discapacidad intelectual) han sido tradicionalmente percibidas y tratadas con
criterios más bien paternalistas o de sobreprotección y en todo caso, sin un
reconocimiento de ciudadanía plena.
Ahora más que nunca, debemos
defender el reconocimiento del derecho a gobernar la propia vida y a mejorar
las oportunidades de participación social de las personas con discapacidad, La
mejora de las condiciones de participación social para las personas con
discapacidad afecta, como es lógico, a casi todos los ámbitos de su vida, tanto
públicos (residencial, laboral, accesibilidad física, educación, etc.) como
privados (sexualidad, maternidad/paternidad, relaciones afectivas, etc.), pero
en este caso, también tienen que ver con su derecho a participar en la sociedad
del conocimiento.
Mayores
Este colectivo se siente en
numerosas ocasiones alejado de las nuevas tecnologías y desarrolla actitudes de
rechazo o miedo ante ellas, por lo que es necesario implementar programas que
permitan descubrir cómo pueden ser incorporadas a su vida diaria.
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